domingo, 24 de febrero de 2008

Teatro: Cómeme el coco negro


Mientras intento reencajarme la mandíbula , permítanme que les cuente. Por si no lo sabían, este año es el 25 aniversario de la compañía de teatro catalana La cubana. Lo celebran reponiendo una de sus obras más emblemáticas.

No se puede decir casi nada de la obra, porque la estropearía. Simplemente diré que estamos delante de lo que se podría llamar "metateatro". Los actores de La cubana juegan con todo, y hacen inevitable entrar de pleno en la obra y sentirte parte. Te ríes, pasas vergüenza, te dan ganas de subirte al escenario. Sientes que disfrutan cada momento y por eso disfrutas. Observas a los compañeros de butaca. Todo suma. Es el teatro en esencia.

Conclusión: Moltes gràcies, La cubana. Felicitats!

Nota: A (No se la pierdan, prepárense para cualquier cosa y sean puntuales)

viernes, 15 de febrero de 2008

Sin ton ni son

No se si os habéis fijado, pero cada vez escribimos peor. Nos toca vivir un momento en que podemos comunicarnos, opinar, mostrarnos al resto del mundo con absoluta facilidad. Tenemos blogs, foros, chats, y un largo etcétera de recursos para expresar lo que pensamos y lo que somos. Y, si bien el fondo es muy importante, la forma es fundamental. Y estamos olvidándola.

Yo no soy precisamente de letras. Más bien, todo lo contrario. Cuando leo algo bien escrito, bien ordenado, bien estructurado, me imagino a alguien capaz de ordenar sus ideas y de transmitirlas. Cuando leo un escrito con faltas graves, que no estructura o que no se hace entender, me dan ganas de decirle: "Por favor, vuelve a leer lo que has escrito, pásale un corrector ortográfico y estructúralo". Pero claro, curiosamente, en la época de las "oportunidades comunicativas", da la impresión que no entendemos que a veces nos aporta más escuchar, leer y mejorar, que escribir sin ton ni son.

Así, si para enviar un SMS, dadas las prisas, la incomodidad del teclado, y el espacio limitado, está bien comprimir la información usando k's por ejemplo, cuando escribimos un currículo, ninguno de nosotros va a usar ese registro. Las prisas no son buenas consejeras cuando queremos expresar lo que pensamos. Por que lo que pensamos es lo que somos. E igual que cuando queremos mostrar nuestro exterior, lo arreglamos al máximo, a la hora de mostrar nuestro interior, debemos hacer un esfuerzo por cuidarlo. Porque lo que importa es el interior, ¿no?


Una cosa más: Si alguien se ha dado por aludido o aludida, quizás ese sea el primer paso para mejorar. Conste, eso sí, que los lectores "habituales" de este blog escriben bastante bien (y no es peloteo), gracias a Dios. Bueno, gracias a su esfuerzo, en este caso. Esfuerzo que cada vez más gente está menos dispuesta a hacer. ¡Tengo miedo!

jueves, 7 de febrero de 2008

Musicspam

Permítanme un pequeño comentario. Supongo que se han fijado, pero por si acaso, denuncio. Lo tienen en común grandes almacenes, gimnasios, teléfonos de atención al cliente, etc. Es la música gratuita. Perdón, la música obligatoria, porque nadie la escoge, pero está ahí. Siempre está ahí.

Así, hasta hace poco, quedaban algunos sitios donde aun se podía no oír música. Pero claro, los diseñadores de teléfonos móviles, en su afán por hacer teléfonos móviles con: juegos, cámara, conexión a internet, reproductor de MP3, televisión, radio, orinal,... se han hecho una brillante pregunta: ¿Por qué los teléfonos móviles permiten escuchar música sólo al propietario cuando hoy en día se puede incluir unos fantásticos altavoces para que lo escuchen todas las personas en un radio de 30 metros? ¡Bravo!, por fin tenemos el teléfono-mini-cadena. Y desde que existe, los horteras que antaño se acercaban a la playa con su radiocasete han vuelto. El problema es que ya no están sólo en las playas, sino también en el metro, en la consulta del médico, en el autobús, en el ascensor,...

En fin, un amigo decía que aquí la música estaba enlatada, mientras que en Brasil, la música está en la calle. Pues bien, estará contento mi amigo, porque gracias a la nueva generación de móviles y de horteras, la música ya está en la calle.

martes, 5 de febrero de 2008

CINE: Los crímenes de Oxford


Aunque fui a verla hace ya unos días, permítanme contarles lo que opino. Primeramente, reconozco que esta película tenía todos los números para gustarme. Me gustan los thrillers. Me gustan las películas "españolas". Me suelen gustar los thrillers españoles. Me hacen gracia las, bueno, algunas películas de Álex de la Iglesia. Especialmente, Acción mutante, La comunidad y, cómo no, El día de la bestia. Alguna más, quizás, pero otras me parecen prescindibles.

Por si fuera poco, en esta película, Álex utiliza las matemáticas para jugar con nosotros. Sí, porque parece que los protagonistas están bastante preparados en el tema. Así, con la excusa de un grupo de asesinatos, nos presenta una serie en la que debemos ser capaces de acertar el siguiente elemento, para adelantarnos al asesino. No voy a hacer ningún comentario sobre la serie. Me muerdo la lengua... En fin, ¿sorprende o no sorprende? Bueno, a mí, me sorprendió el final, que creo que es el objetivo principal (que no el único) de un thriller. No es una obra maestra, ni siquiera una gran película, pero no aburre y no es pretenciosa, creo.

Me gusta cómo trabaja Elijah Wood, aunque le queda mucho para alcanzar a John Hurt. Y por si fuese poco ahí tenemos a Leonor Watling, para mi, un bellezón, a la que no le falta de nada (no como a algunas modelos, actrices e incluso princesas). Claro que esa es mi opinión.


Conclusión: Todo se puede modelar a partir de las matemáticas. ¿O nada?

Nota: B

viernes, 1 de febrero de 2008

Otra vez será

Permítanme que intente recolocarme, que no re-colocarme. Era anteayer cuando dejé el coche en un parking, sólo por unos minutos. Al volver, se me acerca campechano, palillo en boca y con andar más bien distraído el encargado.

- "¡Jefe!, ¿cuánto le debo?"
- "A ver, ¿el tícket?"
- "Sí, sí, aquí está"

Se acerca a una máquina con semblante más bien del siglo pasado e introduce el papelito.

- "¡Taaac!" la máquina marca hora, número de referencia y precio.

El operario la mira y sonríe. Orgulloso de su descubrimiento se gira hacia mí y ofreciéndome el tícket me dice:

- "¡Mira!, ¡Cap-i-cua! ¡qué curioso!"

Recojo el papel y leo:

- "Referencia 5252. Debe €1.20"

Descolocado, cierro la boca, me muerdo la lengua, sonrío en modo cómplice, saco unas monedas, pago, subo a mi coche y arranco. Otra vez será.