jueves, 24 de septiembre de 2009

¿Vengo siendo un ludópata?

Ayer, por primera vez en mi vida (que yo recuerde) entré en un casino. La organización del congreso en el que estoy estos días nos invitó a acceder a éste y tomar una copa.

En la entrada tuve que dar mi documentación, la cual fotocopiaron. A parte, me fotografiaron (aunque normalmente me quito las gafas cuando me hacen una foto, éste no fue el caso). Una vez fichado, me pidieron que entrase.

La verdad es que no era nada del otro mundo: unas cuantas máquinas tragaperras, las cuales todos deberíamos saber ya que tienen más que ver con "tragar perras" (o euros, en este caso), que con el azar. De hecho, la secuencia de reparto de premios (y no premios) está programada y por lo tanto, no existe más suerte que llegar en el momento que toca. ¿Por qué está la secuencia preprogramada y no depende del azar? Pues está claro: para que gane la máquina siempre. Los negocios no se pueden dejar al azar.

A parte había una ruleta con exactamente cero jugadores, por lo que la bola no rodaba, aunque había un hombre-pingüino preparado para lanzar. Al lado una pantalla que mostraba las últimas 20 jugadas, aproximadamente. Curiosamente, los últimos números negros agraciados eran 10, 11, 20, 22, y 33 (no en este orden). Un amante de los números vería claramente que el próximo número en salir era el 30. No fue así, por supuesto. Yo hubiese apostado si la apuesta mínima no hubiese sido dos euros y medio. ¡Por favor! Por dos euros y medio me como un bocadillo de bacon caliente.

Finalmente, un par de mesas (una vacía) dedicadas al blackjack o 21-blackjack o como se llame. No domino del tema, así que no se exactamente a lo que jugaban.

En fin, tras ver las opciones, comprobé mis bolsillos: un euro veinticinco. Me pasé por la barra. Recogí el cocktel gratuíto. Me lo bebí, y me fui a dormir. Otra vez será.

lunes, 14 de septiembre de 2009

EXPOSICIÓN: Maurice de Vlaminck, un instint fauve


Poco puedo decir sobre esta exposición albergada actualmente en el Caixaforum de Barcelona. Simplemente hay que ir a verla. Y punto. Es muy buena. Buenísima. Especialmente para aquellos pseudo-inexpertos en pintura. O sea, para todos. O como mínimo, para todos aquellos que somos incapaces de nombrar más de una veintena de pintores.

Pues bien, para aquellos que no sepáis qué es el fauvismo, aprovechad, porque Vlaminck es uno de los máximos exponentes de este movimiento. No os lo perdáis. Es una muestra perfecta de sus principales características: Posterior al impresionismo (y hermano del expresionismo), el fauvismo muestra un colorido mundo (colores puros e intensos, inesperados) sin interés en dedicarle un sólo instante a trabajar la perspectiva (divide en múltiples planos la escena), nos muestra un mundo vivo, que atrae nuestra atención, que retiene nuestra mirada.

Acercaros y alejaros. Veréis que lo que en la vista de la pincelada parece absurdo, toma todo el sentido un metro atrás.

Conclusión: ¡Qué bella es la mirada fauve!

Nota: A

jueves, 10 de septiembre de 2009

Para lobos solitarios...

...que piensen que ha llegado la hora de sentar la cabeza, os copio un correo que me acaba de llegar. Creo que es una chica de fiar, así que ánimo y ¡a por ella!

A ti el perfil interesante. Me has gustado! Quiero continuar nuestra comunicacion. Mi la mujer joven. A mi muchos intereses distintos. Me gusta visitar la playa. Me gusta mirar el cine. Me gusta jugar en el tenis. Esto ni mucho menos todos mis intereses. Pienso que sera mas conveniente comunicarnos en e-mail.

Por favor, responda solo a mi correo electronico personal: Oksanabueno@yahoo.es

Esperare tu carta. Por favor, manda a mi tu fotografia. Nosotros contigo las personas solitarias. Podemos probar comenzar la vida nueva y ser feliz. Mi aqui para encontrar querido al hombre. Pienso, sera facil encontrarnos los intereses generales. Espero tu carta en e-mail. Atentamente, Oksana.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Esa gran desconocida

¡Efectivamente! No os equivocáis. Estoy hablando de la berenjena. Y no es que haya estado pensando mucho en el tema, ni que sea un experto en hortocultura (o como se diga). Básicamente he sufrido mi propia epifanía. Sí, sí. Estaba comprando en la fruta-verdulería y al acercarme a las berengenas no he podido evitar prenderme de su perfección: forma, color y textura, principalmente. Parecen diseñadas por Salvador Dalí o por un diseñador de esos modernos que hacen sillas sin patas ni respaldo. La berengena en su complejidad, se compone de dos partes. ¿Paradoja? No, simplemente simplicidad, perfección.

Discúlpenme el desvarío, pero ya que parece que no estamos dispuestos a salvar ni La Tierra, ni la naturaleza, ni la humanidad, ¡leñe!, ¡Salvemos las berenjenas!

viernes, 4 de septiembre de 2009

Emoción incontenible

... la que siento cuando veo los castings de "Fama, a bailar". De cada 10 participantes, 8 dicen que el baile es su vida, que bailan desde los cuatro años, que se han estado preparando para este momento toda la vida, y que si no entran, morirán de pena.

No me imagino a una persona que hace una entrevista para entrar de cajera/o en el Mercadona diciendo: "El cajerismo es mi vida. Tengo un lector de códigos de barras de juguete desde los cuatro años. Me he estado preparando para este momento toda la vida. Si no me contratan, no se qué voy a hacer." Yo a ésta/e no la/o cogía a no ser que me asegure que tiene nivel medio-alto de inglés, que seguro que lo tiene. Porque en España no hay curriculum que no tenga "Inglés: Nivel medio-alto". Cuando todos sabemos el inglés que se habla en España. Y si no, que le pregunten a Zapatero. O a Aznar. O a Jesús Gil. O a Franco. O a... ¡Uf!, que grandes políticos y dictadores hemos tenido en España. Gente culta.

En fin, suerte que para bailar no necesito el inglés. Voy a seguir preparándome para el casting del próximo año. Esta vez no pudo ser. Y eso que me preparé la frase bien: "Señor, el baile es mi vida..."

Suerte que entodavía quedemos algunos que pensemos en las cosas importantes de la vida. Perdón por el batiburrillo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

CINE: Mapa de los sonidos de Tokio


Ésta es una de aquellas películas que ---en caso de verse--- debe verse en un buen cine. Normalmente esta afirmación se hace ante aquellas películas visualmente espectaculares. Pero en este caso, lo espectacular es el sonido. O mejor dicho, los sonidos. Así, lo del título no es para despistar, y lo mejor de la película es el tratamiento de los múltiples sonidos de Tokio que la Coixet reparte por la película.

La historia, un drama desdramatizado como la mayoría de guiones de la directora, no es ninguna maravilla, la verdad. Sólo tiene diez minutos complejos al principio pero luego se "aplana" mucho. Permite ver lo que supongo son detalles de la cultura japonesa que sorprenden o hacen gracia a Coixet, y alguna que otra crítica, como al latente machismo que aun sobrevive en Japón.

Respecto a los actores, muy bien, como siempre, Sergi López, al igual que la actriz nipona, Rinko Kikuchi. Creibles. No hay mucho que decir.

Conclusión: No hay que ser ni conformista ni inconformista

Nota: B