
Si les digo que el título original de esta película es Hauru no ugoku shiro, supongo que no dudarán de que hablo de una película japonesa. Si les digo que el director es Hayao Miyazaki, supongo que lo relacionarán con algunas de las más grandes películas de animación de los últimos (y no tan últimos) años. Así, no me creo que nadie que haya visto El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke o Porco Rosso, entre otras, no haya detectado algo especial en las películas de Miyazaki.
Yo, que precisamente no me declaro amante del manga, anime, etc., me saco el sombrero ante este director. Tanto El viaje de Chihiro como El castillo ambulante rezuman de belleza, ternura, amor, fantasía, etc. Pero lo más grande es que de todo este cóctel no surge una película pastel o para "muy menores". A mí, personalmente, me encienden algo dentro, me hacen un poquito más feliz, me emocionan y hacen sonreír.
El castillo ambulante presenta la historia de una niña que recibe una maldición de una bruja, que la convierte en una mujer anciana. Así, con su corazón y mente de niña, y su nuevo caduco cuerpo se embarca en una aventura fantástica para recuperar su niñez.
Conste que me gustó más El viaje de Chihiro (y no tanto La princesa Mononoke), pero me ha encantado El castillo ambulante. Gracias, muchas gracias señor Miyazaki. Queremos (o, como mínimo, quiero) más.
Conclusión: No prejuzgar es importante. La mayor belleza interior podría estar unida a la mayor belleza exterior.
Nota: A (Sí, sí, sí.)