miércoles, 27 de diciembre de 2006

¿Más vale tarde que nunca?

Según el diccionario de la Real Academia Española de la lengua, empatía es la Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Creo que si todos rebosásemos empatía en vez de otras cualidades de las que solemos presumir, el mundo, si no mejor, como mínimo, sería más equilibrado, más justo. Me temo, eso sí, que el problema es que la empatía no es una habilidad que se pueda entrenar, mejorar, potenciar, etc., sino una cualidad que nos viene dada. ¿Será realmente así?

El hecho de no sentir empatía por lo que le sucede a alguien puede llegar a distanciarte de esa persona. Esta ausencia se da mucho con la gente que no conocemos, ya que no nos une un lazo afectivo a ellos, pero lo curioso es que también puede darse con la gente cercana.

Un claro ejemplo de ausencia total de empatía es llegar tarde a una cita. Sí, para mucha gente, llegar tarde es simplemente una circunstancia producida por mala suerte: un día has tenido que volver a casa a por las llaves, otro, un compañero de piso ocupaba el lavabo, otro, el metro se ha parado, etc. Yo, a veces llego tarde. Pero cuando me pasa, me siento mal, porque la empatía me hace identificarme con la persona que me espera. Esto nos puede pasar a todos alguna vez. No siempre se puede llegar a la hora.

Pero, hay gente que siempre llega tarde. Bueno, si no tienen empatía, lo siento por ellos, porque la empatía también actúa en otras situaciones, en positivo. Pero aquí, entra otra palabra en juego: el respeto. Cuando llegas tarde por sistema, no estás teniendo en cuenta una cosa: todos tenemos nuestro tiempo, y el tiempo de uno vale exactamente lo mismo que el de cualquier otro. Si alguien llega a la hora, y le hacen esperar trenta minutos, ese tiempo se pierde. Si eso pasa una vez, no importa, pero si es una costumbre, es una falta de respeto. Y a un amigo no se le falta el respeto.

Así, ¿más vale tarde que nunca? Bueno, yo diría que más vale pronto que tarde. El que espera...

martes, 26 de diciembre de 2006

Futbol no siempre es futbol

Ahí queda la máxima dicha por Bujadin Boskov que parece que todo el mundo acepta (o como mínimo, todo el mundo repite): Futbol es futbol. Pero, realmente no siempre es así. De hecho, pocas veces lo es. El futbol debería ser un deporte en el que dos equipos intentan ganar siguiendo una serie de reglas (como muchos otros). Pero normalmente, y por desgracia, el futbol, no es sólo un deporte. Y además, no hay reglas o no se siguen esas reglas. El futbol, a ciertos niveles puede ser política, violencia, intereses económicos, puede ser racismo y otras muchas cosas malas. Pero también puede ser muchas cosas buenas.

Hace poco un club (cuya sección de futbol es la principal) hizo algo más que jugar respetando unas reglas. No voy a juzgar si detrás de lo que hicieron hay intereses comerciales (sin duda los debe haber). Simplemente, me gustaría subrayar algo que no debería quedar como una simple anécdota.

Una de las maneras que tienen los clubs deportivos hoy en día de ganar más dinero es publicitando su camiseta. Este equipo, conocido mundialmente, no ha vendido su camiseta a ninguna gran multinacional (quizás porque no ha podido, insisto). Este equipo pagará en los próximos años por llevar propaganda de unicef. Sí, sí, he dicho pagará. Y sí, he dicho unicef, una organización que no explota niños, ni intenta enriquecerse a su costa, ni les pone un arma en la mano.

Bien, futbol no siempre es futbol. A veces es mucho mejor que eso y si es así, vale la pena.
Pero eso sí, los niños son niños, no son ni esclavos, ni militares, ni herramientas, y eso no debería cambiarse nunca. Nunca.

Un concepto (o dos)

[Si lo que buscabas es el concepto de D.O.S, haz click aquí]

Dice la wikipedia: Se conoce como Renacimiento al vasto movimiento de revitalización que se produjo en la cultura en Europa Occidental entre los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes aunque también se produjo una renovación en el de las letras y ciencias, tanto naturales como humanas. El nombre Renacimiento se utiliza porque este retomó los elementos de la cultura clásica. Además este término simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras los siglos de oscuridad de la Edad Media.

El hombre renacentista dominaba las artes y las ciencias. Posiblemente, el mayor exponente del renacentismo sea Leonardo da Vinci (Anchiano, Italia, 15 de abril de 1452 – Cloux, Francia, 2 de mayo de 1519), capaz de pintar, esculpir, inventar, y dominar la arquitectura, física, astronomía, geología, botánica, alquimia y mecánica, entre otras.

Casi 6 siglos después, los avances técnicos provocan el nacimiento de nuevos modos de aplicación del arte y la ciencia. Es una época en que el artista y el científico se especializan en uno o pocos ámbitos para alcanzar su mayor éxito. Aun así, aparecen personas capaces de enfrentar sus dones y conocimientos globalmente: los requetenacentistas.