jueves, 8 de febrero de 2007

¡Y gratis!

Hoy creo que tengo el día un poco tontorrón así que pido disculpas adelantadas a los que no os guste mucho el dulce (siempre cae alguna crítica por esto...). Bueno, no se si lo habréis visto pero por Internet (y por la tele, en el anuncio de una compañía de comunicaciones, aprovechando el tirón...) corre un video que muestra a un chico ofreciendo "Abrazos gratis". Éste, lleva un cartel con dicho texto y se pasea por calles muy transitadas. Algunos le miran atónitos, otros sonríen, e incluso alguno se acerca a él para cobrarse su abrazo gratuito.

Una vez a la semana voy a comer a un restaurante chino con los compañeros de trabajo (bueno, no siempre vamos al "chino", pero eso no es lo importante). Al ir a pagar, suelen tener una bandeja con regalos para los clientes. En las últimas semanas he conseguido: un mechero, una cosa de plástico que lleva el logo del restaurante y que si lo aprietas se ilumina, y un ungüento con olor muy fuerte a menta que no se para qué sirve. Pero lo importante es que son gratis. Yo no fumo. Más bien todo lo contrario. No necesito la cosa de plástico. Y ni siquiera sé para qué sirve el ungüento. Pero ¡son gratis!

Sí, sí, no me miréis así. Tengo un Amigo que en casa guarda unos 100 lápices de IKEA. Claro, son gratis. Yo, personalmente, le entiendo. El ser humano siente una atracción muy fuerte por todo aquello que sea gratuito. Imaginaos lo fuerte que es esa atracción, que nos hace capaces de creernos un correo electrónico que dice: "Si envía este correo a 20 personas, nuestra compañía le enviará un teléfono móvil de última generación...". Por favor, ¡que ya somos mayorcitos!

Volvamos al tema central de la entrada. Esto de los abrazos gratuitos recuerda un poco a una película de hace unos años: Cadena de favores, en la que un niño hacía tres favores a tres personas y les decía a cada uno que siguiese la cadena. Tranquilos, no me gusta spoilear las películas así que no voy a contar más. La cuestión es que la idea del abrazo gratuito comenzó por una sola persona y hoy en día hay gente en todo el mundo siguiendo la idea.

Si encontráis a alguien por las calles de vuestra ciudad ofreciéndoos un abrazo, aprovechad, ya que es gratis. Yo no se a vosotros, pero a mi, me encanta que me abracen (y no escribo encanta con más aes porque el corrector ortográfico se queja). Hoy en día tengo la impresión que nos avergüenza mostrar nuestros sentimientos e incluso decir a un Amigo cuánto le queremos y necesitamos. En un mundo así, creo que un abrazo a 0.0 euros es más que una ganga. No lo desaproveches. Y esto no es marketing ni publicidad, conste. Y voy a ser sincero, de un tiempo a esta parte me he dado cuenta de lo mucho que me gusta que me abracen y de lo importante que son los abrazos en mi vida.

Un abrazo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy tan emocionado que se me caen los lagrimones como puños. Solo se me ocurre hacer un comentario ante semejante declaración de fraternidad:
"Te quiero Amigo"
Y espero darte uno de estos abrazos gratuitos en cuanto te vea, aunque solo sea para poder expresar la satisfacción de hacer algo de manera altruista en esta vida demonizada por el dolar.

Unknown dijo...

¡Maldito dolar! Tú lo has dicho. Señor de las olas, tus abrazos siempre serán bien recibidos. :_)

Anónimo dijo...

Antes de empezar, ya sé que esta entrada fué hecha hace tiempo...quiza ya se podría considerar “caducada”, pero este fin de semana mientras me sucedía lo que explicaré a continuación, pensaba “yo creo que alguien ha hablado sobre lo que es gratis...”. Y al fin he caido que aquí era. No sé si nadie me verá (salvo Albtaros, que sé que no me fallará) pero ahí va.

Este fin de semana han sido las celebraciones de Sant Medir en el barrio barcelonés de Gracia. A lo largo del dia se suceden comparsas de caballos donde los jinetes lanzan caramelos a la gente. Bueno, nada diferente de las tradicionales cabalgatas de los reyes Magos, si uno se para a pensar. Estas comparsas se prolongan todo el dia, hasta que por la noche llega la “megacomparsa” donde se pone toda la carne en el asador. Todas las asociaciones cívicas se unen en una sola megacomparsa y desfilan por la calle principal.

Por la mañana, paseando por la calle, me cruzé con una de las “minicomparsas” y tiraron caramelos. Quizá eramos apenas cuatro personas en toda la calle, pero nos faltó tiempo para correr a recogerlos! Que diablos, eran gratis!

Por la noche llegó la gran comparsa, y allí estábamos todos, deseosos de coger caramelos. Que unos niños de 8 años esten allí cogiendo carmelos tiene un cierto grado de gracia, pero es que realmente la mayoría eramos grandullones. Yo, pobre de mi, era la primera vez que iba y estaba en plan pardillo, pero había peña muy organizada (con un paraguas del revés y tal...). Vamos a coger caramelos, que son gratis!!

La cosa fué brutal. En mi vida había visto tanto lanzamiento de dulce (bueno miento, en las fiestas de carnaval de Vilanova i la Geltrú). Era imposible dar a basto, pero la gente se hinchaba de llenar bolsas de caramelos, todos como posesos. Estabas en el suelo recogiendo y notabas como en el cogote te caían decenas más encima. Y yo estaba en una zona poco propicia, ya que un poco antes de mi posición unos vecinos habían abierto su ventana para incitar a las comparsas a tirarles caramelos y como todas lanzaban allí, de modo que según su “cadencia de fuego” mi localización era el lugar donde aún estaban recargando y no siempre tiraban. Pero todo el mundo matándose por coger caramelos (y yo entre ellos, claro está). Son gratis!!!

No, en serio, si el presidente de la asociación de estomatólogos de España lo hubiera visto hubiera llorado de emoción como una niña. Si mii dentista me vió por la tele, ya debe haber ido a un concesionario a mirarse un deportivo nuevo. Pero es igual, contra más se lanzaban, más cogía la gente y llenaba sacos y bolsas a pares.

Pero lo mejor aún estaba por legar. Algunas comparsas, en vez de lanzar “caramelus vulgaris”, lanzaban otros dulces: palotes, chicles o peta-zetas. Dios, allí sí que había tortas para recogerlos...Todo gente adulta (en edad física, al menos). Que uno se para a pensar, y cuanto vale una bolsa de peta-zetas? Si hasta un mileurista se lo podría permitir (estoy diciendo que los que se pegaban leches eran grandullones con, supestamente, un mínimo de nivel adquisitivo). Valía la pena arriesgarse a ser vilmente pisoteado por las multitudes para conseguirlo? Pero es que eran gratis!!!!!

Ahora mismo en casa tengo un montón de quilos de caramelos. Es imposible que me los coma todos ni en dos años. Puedo desarrollar una hipercaries como para convertir el Kilimanjaro en serrín. Pero y qué, eran graaaatiiisssss!!!!!!!!!

Unknown dijo...

Ja, ja. ja, si és que està demostrado que tenemos pasión por aquello que es gratis. Me gusta que hagas el comentario de los peta-zetas, etc. Parce bastante común, que si alguien regala algo que se sale de lo común (aun siendo algo barato, como bien dices) entonces el ansia por conseguirlo, se multiplica.

Compañero, para evitar que te salgan caries, lo mejor es que compartas los caramelos entre los colegas. Como bien dices, no vas a poder acabártelos todos, y además, no es justo que tu dentista se enriquezca más, cuando seguro que era el caradura que tenía la ventana abierta para recoger más (y luego ponerlos en la sala de espera de su consulta, claro).

Un abrazo.