Discutimos sobre casi cualquier cosa. Quizás, más bien, debatimos. Ni siquiera mi gente está de acuerdo conmigo, y yo, por supuesto no lo estoy con ellos. ¡Faltaría! Al final, en resumen, todo da vueltas, pero exactamente, ¿cómo? Porque estaréis conmigo en que las vueltas se pueden dar de muchas maneras y siempre acabamos cometiendo los mismos herrores.
Hoy voy a intentar centrar la entrada. Si no, luego, recibo críticas por mis divagaciones. El tema de hoy es la forma de la línea de la vida. Así, si hace poco hablé de colores, ahora le toca a las formas. ¡Qué poco espiritual! Pues sí.
Me dejo de rodeos, entonces. Para no extenderme en exceso, diré que l@s hay que ven la vida como un círculo, mientras otr@s la ven como una espiral. No trataré las opiniones que salgan de estos casos, que seguro que son muy variadas, pero menos comunes, y si se me permite, en alguna ocasión, un poco raritas. Bueno, debo reconocer que la línea recta también se podría defender. Si alguien lo desea, ya sabe.
Yo, soy de l@s que piensa en la vida como un círculo. Puede ser, eso sí, debido a que es mi figura geométrica preferida. Podría deberse también a que una de mis películas preferidas es Los amantes del círculo polar del maestro Medem. Pero no creo. Así, el hecho de que a lo largo de la vida vivamos momentos muy similares, aunque no idénticos, podría hacer pensar en una espiral, pero eso, lo veo demasiado evidente. Es simplificar demasiado el tema. Nunca vamos a vivir exactamente lo mismo, claro. Por ese argumento no me sirve. Realmente lo que cuenta, en mi opinión, no es el hecho vivido, sino lo que sentimos. Y el sentimiento ante dos acontecimientos parecidos, puede ser el mismo, mientras que claramente, los acontecimientos en sí, no son repetibles (como mínimo, varía el instante en el que suceden).
Pero lo que a mi más me aterroriza de las espirales --- dejando de lado su efecto hipnotizador, es que no muestran un sentido. Así pues, ¿vamos de fuera a dentro o de dentro a fuera? En caso que vayamos separándonos del centro, da la impresión que todo, cada vez es más lento, más difícil de evitar o de conseguir. Y si vamos cerrándonos parece que entremos en picado, en una barrena de la que no se puede salir. La espiral incorpora cierta sensación de velocidad. El círculo en cambio, no tiene un sentido definido, y nos permite huir más rápido o acercarnos lentamente a cada punto. No hace falta mirar atrás, porque lo que está detrás, está delante, y más adelante, y más adelante, y otra vez, y otra,...
Una vida circular tiene un punto de inicio, y un punto final, mientras que en una vida espiral no se puede definir estos puntos. Por definición.
Me gusta la vida circular, porque aunque sufrimos y somos conscientes que repetiremos, también tenemos presente que hay que aprovechar lo bueno, y que siempre se puede seguir girando. Pero también, debo reconocer que en el fondo, me gusta la vida espiral, porque es la vida de mis amig@s, y por lo tanto, la que se cruza constantemente con mi círculo. En fin, ell@s lo saben y yo lo se. Discutimos sobre casi cualquier cosa. Quizás, más bien, debatimos. Ni siquiera mi gente está de acuerdo conmigo, y yo, por supuesto no lo estoy con ellos. ¡Faltaría! Al final, en resumen, todo da vueltas, pero exactamente, ¿cómo? Porque estaréis conmigo en que las vueltas se pueden dar de muchas maneras y siempre acabamos cometiendo los mismos herrores.