lunes, 2 de julio de 2007

Pequeñas historias II

Hoy fue esperando al autobús, cuando me di cuenta que nadie es perfecto y que aquello que se dice que las mujeres son capaces de hacer dos cosas a la vez, no siempre es cierto. Como mínimo, bajo presión. Claro que quizás sólo sea un contraejemplo, conste.

¡Vamos a allá! Para un bus y comienza a subir la gente. No es el mío, paciencia. Habiendo subido cerca de la mitad de la cola de espera, aparece a lo lejos, una mujer joven, de unos 30, tirando del brazo de su (supuesta) hija de unos 5. Parece que van con prisa y sólo les vale ese autobús, por lo que con una sonrisa por cara, corren, cada una a su velocidad, claro.

No hay duda que llegan. Justo, pero llegan. Apuesto por ello. ¡Apostamos todos los presentes! Me aparto. Se aparta la gente. Cámara lenta. Sonrisa en los labios para la primera clasificada. La segunda, que sin perder la compostura ni la posición, le sigue a un brazo de distancia, ligeramente ladeada y tal vez un poco elevada sobre el suelo. Están llegando cuando, madre supera la barra metálica de la marquesina, y menos de un segundo más tarde se oye un ¡booooing! dulce, aunque sobrio, sin duda.

Los espectadores, sorprendidos por tan inesperada melodía, miramos hacia la niña, que sin darnos cuenta, parece que ha pasado a protegerse la cabeza con la mano restante, mientras dice una sola palabra de ánimo hacia su madre: ¡Aiiii! La madre, victoriosa ella, frena poniéndose en la cola, casi vacía ya y se gira hacia la niña, como echándole en cara su bajo estado de forma y diciéndole, siempre con su sonrisa: "¿Qué has hecho?" La niña, ni "muuu". En estos momentos, lo importante es esquivar el resto de barras metálicas, si las hubiese. Es lo que se llama instinto de supervivencia. Ya te contaré, ya, campeona.

Y el cuento acaba, con la madre, cancelando (o picando) el billete de bus, y la niña, con su mano todavía en la cara. Y los espectadores, mirando a la niña, emocionados, pensando que algún día, ella será la madre, y obtendrá su venganza.

Así pues, dice la sabiduría popular que a veces, el árbol, no te deja ver el bosqué. Y digo yo, que a veces, quien llevas delante, no te deja ver la rama que te tira a la cara.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

no-lo-en-ti--en-do

Unknown dijo...

Yo tampoco, ¡que poca capacidad para hacer dos cosas a la vez!

Anónimo dijo...

Pues yo tampoco entiendo mucho de este articulo.

Anónimo dijo...

El argumento de "Primer" era más fácil de seguir...

Unknown dijo...

Es que me estoy leyendo un libro de Chuck Palaniuk, y se me contagia el estilo.

Discúlpenme.

Anónimo dijo...

A mi me ha quedado bastante claro, pero no veo la relación con las cucarachas.

Anónimo dijo...

a mi me gustó más "segun"

perdón